17 de noviembre de 2014 - El vino espumoso
se abre paso en el gusto de los mexicanos,
de forma casi inadvertida. Pero este
fenómeno no es protagonizado por la champaña
francesa o el cava español: su género más
representativo es, sorprendentemente, el de
los vinos italianos.
Rodolfo Gerschman, uno de los más conocidos
promotores del vino en México y gran
conocedor del mercado local, reportó
recientemente que, tras la revisión de las
estadísticas del crecimiento del consumo del
vino en en este país, su mayor sorpresa fue
ver a los productos italianos en los
primeros lugares de la tabla, un resultado
provocado en gran parte por los espumosos
del país de la bota.
«Entre 2003 y 2013 —explica Gerschman— las
importaciones globales de vino en México
aumentaron alrededor de 250 por ciento en
dólares. En el mismo lapso, las provenientes
de Italia subieron alrededor del doble. La
cantidad de botellas que llegaron de todas
partes del mundo creció 180 por ciento,
mientras que las de Italia casi alcanzaron
el 500 por ciento».
Lo interesante es que esto no se dio en base
a importaciones de vino en grandes
contenedores, como —por ejemplo— en el caso
de Argentina, sino en botellas con
denominación de origen.
En 2013 se confirmó la tendencia: el
crecimiento de las exportaciones de vino
provenientes de Italia fue inferior a otros
países —5 por ciento contra 24 por ciento
global—, pero aún así el espumoso italiano
creció en el fabuloso porcentaje de 31 por
ciento.
Gran parte del fenómeno se debe al Prosecco,
originado en la zona del Veneto y el Friuli,
cuyas ventas en los últimos años han ido
evolucionando de forma importante. Los de
mayor calidad se venden bajo la DOCG
(Denominación de Origen Controlada y
Garantizada) como el Prosecco de Conegliano-Valdobbiadene,
pero hay, además, otros espumosos italianos
que están ganando mercado, como el tinto
Lambrusco de Emilia Romaña y el Asti
Spumante.
(massimo barzizza / puntodincontro.mx)
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