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									24 de noviembre
									de 2013 - “Ibam forte Via Sacra...” 
									
									[1] se traducía del latín en el bachillerato. El 
									pisar hoy en día milenarias piedras lisas o 
									mirar sólidos muros de ladrillos todavía en 
									pie, es una emoción cargada de recuerdos y 
									experiencias que hace que vuelvan a la mente 
									rostros y palabras. Se pueden descubrir 
									grandes cosas durante una atenta visita a 
									estas zonas llenas de historia. Estudiadas y 
									reflexionadas durante la preparatoria, en la 
									edad adulta nos evocan similitudes con el 
									mundo moderno. 
									
									
									Por ejemplo, ahora sabemos que la gente 
									pobre, en los orígenes de la ciudad de Roma, 
									vivía en chozas, en cabañas que apenas 
									protegían del frío y de la lluvia y que 
									muchas cosas se hacían al aire libre, 
									incluso se comía al aire libre, como se 
									sigue haciendo en la actualidad. ¿Acaso el ejemplo 
									más común y conocido de la “dulce vida” 
									romana no es una bonita comida al aire 
									libre? Grandes y perfumados platos de pasta, 
									asados y frituras crujientes se comen en las 
									calles y plazas del centro histórico, en 
									memorables momentos de relajación, 
									meditación y contemplación de cosas y 
									personas. 
									 
									Roma, una cena 
									al aire libre. 
									
									
									Las viviendas más importantes, sólidas y de 
									piedra, se construían sobre la colina del 
									Palatino, de donde provienen los términos palatium 
									/ palacio. 
									
									
									Y... ¿Qué decir de un acontecimiento 
									relacionado con Julio César? 
									Ha de estar, sin duda, en los libros de 
									historia, sin embargo me hizo sonreír el hecho 
									de que una vez conquistada Galia (“Gallia est omnis 
									divisa in partes tres…”) él aumentó en 
									Roma el número de Senadores, nombrando para 
									dicho 
									puesto a los personajes más relevantes de 
									las tierras que acababa de someter. Un genial 
									ejemplo del ejercicio del arte del poder. 
									
									
									En las cercanías de la curia, justo debajo 
									de la ventana del despacho del alcalde de 
									Roma en el Capitolio, se encuentra el “ombligo” de 
									Roma, el verdadero centro geográfico de la 
									urbe, que es hoy un montón de piedras apenas cubierto 
									con un techo: es el punto del cual parte 
									la medición kilométrica de las calles 
									consulares. 
									 
									Statua de 
									Augusto como Pontífice Máximoexpuesta en las 
									Caballerizas Papales del Quirinal.
 
									
									
									Un poco más abajo del centro geográfico de 
									Roma, en las caballerizas Papales del 
									Quirinal, es posible visitar una extraordinaria 
									muestra: “Augusto”, que permanecerá abierta 
									al público hasta el 9 de febrero, organizada en 
									ocasión del bimilenario de su muerte (19 
									de agosto del año 14 de nuestra era). Se 
									encuentran expuestas 
									una serie de estatuas que muestran las 
									etapas de la historia de este emperador, un personaje 
									muy carismático y de excepcional intuición política. 
									Las estatuas ilustran —entre guerras, 
									ganadores y perdedores— el proceso de su 
									divinización, algo que se logró cambiando 
									detalles significativos en la manera de 
									representarlo. La expresión de su rostro, 
									los ademanes, la posición de los brazos y de 
									las manos fueron estudiadas para comunicar, a 
									sus contemporáneos y a la posteridad, valores, 
									fe y creencias. En pocas palabras, la 
									representación de la aureola de la santidad, 
									como ahora la conocemos, tiene orígenes 
									precedentes al cristianismo y se ha 
									desarrollado y evolucionado a través de la 
									historia. 
									
									
									Lo que ahora hacen los medios de 
									comunicación, en ese tiempo lo hacían los 
									artistas y artesanos de la imagen 
									esculpiendo piedras y mármoles. Me pregunto, 
									con temor, cuales imágenes de las que se 
									producen hoy en día estarán disponibles para 
									el publico dentro de dos mil años. 
									
									
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									[1] “Me 
									encontraba caminando por la vía Sagrada”. 
									Oracio, Sátira IX, 1. 
									  
									
									(emanuela medoro / puntodincontro.mx / 
									adaptación de massimo 
									barzizza y traducción al español de
									
									celeste román)  
									  
									
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