Tres siglos más tarde, la
creatividad es una parte integral de
nuestra vida socio-económica, sin
que de ella se haya formulado una
definición inequívoca. Eric Fromm
dice que la creatividad es la
capacidad de ver y responder a
ciertos estímulos; una definición
poco exegética y de corte más bien
físico. Más mediterránea es aquella
de Abraham Maslow, quien afirma que
la creatividad siempre tiene un
contenido organizativo y estético,
tanto en los acontecimientos de la
vida diaria como en el mundo de las
artes, las ciencias, e incluso de
los negocios. Un atleta, al alcanzar
nuevas metas deportivas, puede ser
tan elegante como un soneto. Un
empresario puede crear una
organización o una estrategia con
conceptos de creatividad armoniosa
comparados con los de la
competencia.
Así que son hechos creativos un
descubrimiento científico (por
ejemplo, la clonación), un cambio
tecnológico (el teléfono celular), o
el descubrimiento de una nueva
enzima o una nueva especie animal.
Pero hay que tener cuidado en
distinguir lo que pertenece al mundo
de los descubrimientos (Cristóbal
Colón descubriendo América, o
Fleming identificando la penicilina)
de lo que, en cambio, es un
verdadero “invento” creativo (la
máquina de vapor inventada por Herón
de Alejandría en el tercer siglo
antes de Cristo, o las técnicas de
ilusión óptica de Leonardo).
Una
versión moderna de la eolípila, el
motore de Herón.
Los niños, aún no envueltos en la
nube de la estandarización, revelan
una gran capacidad para descubrir e
inventar en resonancia,
simultáneamente. Por esta razón se
dice que son diferentes. De
la misma manera decimos que son
diferentes las personas adultas
o las organizaciones que definimos
como creativas, ya que mantienen la
capacidad de un niño para ser
iguales y diferentes al mismo
tiempo.
Es bastante fácil crear un perfil de
carácter de la persona o de la
organización creativa. Sin embargo,
es difícil encontrar a estas
personas (u organizaciones) y,
cuando las encontramos, nos damos
cuenta de que reúnen ciertas
sensibilidades con respecto a
determinadas disciplinas, ya sea en
el campo de la ingeniería o de las
humanidades, pero siempre basadas en
el concepto de libertad y autonomía.
Una educación liberal y humanista
contribuye en gran medida al
desarrollo de una mente creativa, ya
que recompensa las preguntas
formuladas más que las respuestas
dadas, desarrollando así un proceso
que puede conducir al descubrimiento
(de lo que ya existe). Una educación
más orientada a la ingeniería, con
una forma de pensar asimétrica —a
pesar de que esto pueda parecer una
contradicción— lleva, en cambio, a
inventos más “genuinos”, o a
soluciones realmente “nuevas”,
generando respuestas en forma de
prototipos o modelos funcionales.
Existen, además, otros elementos de
carácter que, si están presentes,
provocan de inmediato una avalancha
creativa con partes en flujo
continuo. Uno de estos elementos es
una curiosidad constante e innata,
una rebelión al conformismo, ambas
acompañadas de una verdadera
dedicación al espíritu de
investigación. Aquí la regla es no
abandonar los problemas sin
encontrar su solución. No se deja
sin expresar ni se suprime lo que se
siente.
También es necesaria una
consideración con respecto al
tiempo. El creativo ve el tiempo
como una ventana hacia el infinito,
no como una dimensión social
restrictiva. Para él no hay “fechas
límite”. El día se no divide en
mañana, tarde y noche. La mañana del
creativo puede ser el atardecer. O
viceversa.
¿Qué sabemos de la creatividad?
Sabemos que la información es
esencial para la creatividad
científica y que es mucho menos
importante para la creatividad
artística (recuerdo, por ejemplo,
haber leído que José Luis Borges
nunca leía los periódicos). Sin
embargo, aun suponiendo que la
información sea útil —significativa
o moderadamente— para el proceso
creativo, hay que aclarar que el
receptor debe ser una persona con la
capacidad de “leer” antes que los
demás y de liberarse de las cadenas
del conformismo y de las costumbres,
tal como y como lo describe
magistralmente el astrónomo Stephen
Hawking en su libro de ciencia
filosófica “Una Breve Historia del
Tiempo”.
Un
papel importante en la explosión de
ideas creativas también puede
encontrarse en la estética: es
paradigmático el ejemplo que siempre
se cita de Crick y Watson, quienes,
en su búsqueda de posibles
estructuras del ADN, privilegiaron a
la más bella, la helicoidal. Y… ¿Qué
decir de la fórmula E= mc2
de Albert Einstein?
James
Watson y Francis Crick junto a uno
de sus modelos de la molécula del
ADN en el Laboratorio Cavendish de
Cambridge en 1953 / University of
Cambridge.
Si hablamos de empresas, es obvio
que éstas no pueden ser compuestas
exclusivamente por personas
imaginativas y creativas: esto
pronto llevaría a la organización a
ser inmanejable.
La empresa exitosa es aquella que
propicia la convivencia de personas
de gran imaginación y personas de
gran pragmatismo, estimulando a los
individuos concretos a ser
imaginativos y a los imaginativos a
ser concretos, no por medio de
técnicas de entrenamiento poco
efectivas, sino más bien
incentivando a las personas a
participar en el juego de “equipo”,
cuyos miembros, sin embargo, deberán
ser coherentes con ellos mismos y
fieles a su propia vocación natural.
El “equipo” es un concepto moderno
muy complicado. No funciona si no se
distingue por sus valores éticos y
estéticos, si no tiene propensión
hacia la incorporación de nuevas
tecnologías, si no sabe cómo
utilizar el pasado para proyectarse
al futuro, si no es capaz de
transformar los obstáculos
omnipresentes en oportunidades, las
contagiosas disputas en estímulos
creativos, el protagonismo en
colaboración.
En resumen, podemos afirmar que la
creatividad, mientras más lejos esté
de la ingenuidad, más puede ayudar a
resolver la gama enorme de problemas
que aquejan a nuestra sociedad y que
aparecen en la escena a cada
amanecer.
Y no se trata de problemas
sencillos. Ni tampoco son sólo unos
cuantos. Van desde situaciones
ecológicas insoportables a
dimensiones éticas absurdas y
desarrollos económicos
desequilibrados e ilógicos.
Como bien decía Einstein: «Uno de
los mayores problemas de la
humanidad no es la imperfección de
los medios disponibles, sin la
confusión con respecto a las metas
que deben ser alcanzadas».
La persona creativa es, en síntesis,
destinada a tener ideas precisas e
imprecisas, a veces grises y a veces
doradas, pero siempre claramente
dirigidas a un objetivo, aunque a
menudo éste no haya sido expresado
en términos claros.
Precisión e imprecisión, claridad y
vaguedad, incertidumbre y certeza,
al igual de como sucede con el niño
que explora su nuevo mundo. Ese niño
que es, después de todo, el creativo
por excelencia.