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									14 de agosto de 2015 
									
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									El descubrimiento de un cenote —un 
									ensanchamiento inundado de redes fluviales 
									subterráneas, particularmente frecuente en 
									la península de Yucatán— abajo de la 
									pirámide de Kukulcán, en Chichén Itzá, abre 
									nuevas interrogantes en el estudio de la 
									cultura maya. 
									
									El investigador René Chávez, del Instituto 
									de Geofísica de la UNAM, explicó que para 
									llegar a ese hallazgo se recurrió a técnicas 
									utilizadas anteriormente en ese sitio 
									arqueológico del sureste mexicano, empleando 
									métodos geofísicos y electródos que 
									permitieron detectar irregularidades en el 
									interior de la construcción, después de 
									haber realizado algunas pruebas en la 
									pirámide del Rosario en la cual ya se 
									conocía la existencia de una oquedad. 
									
									Los arqueólogos llevarán a cabo estudios 
									para tratar de determinar si los mayas 
									tenían conocimiento de ese cuerpo de agua 
									—cuyas dimensiones exactas aún no han sido 
									determinadas— antes de edificar la pirámide, 
									lo que contribuirá a profundizar el 
									conocimiento de esa cultura, añadió Chávez. 
									 
									Teobert Maler, 
									la 
									piramide de Kukulcán en 1892. 
									  
									
									(massimo 
									barzizza / puntodincontro.mx) 
									  
									
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