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									8 de abril de 2013 - 
									
									Para muchos italianos, desayunar a la barra 
									se ha vuelto 
									“el” ritual 
									matutino. 
									
									Hay quien engulle, de pie, un expreso y 
									huye. 
									
									Hay quien, por el contrario, saborea sin 
									prisa un capuchino espumoso, mientras 
									“chopea” un cuernito “sencillo” o “relleno”. 
									
									Aclaremos que el “desayuno” (colazione, 
									en italiano), desde el punto de vista 
									histórico-semántico, no tiene nada que ver 
									con las primeras horas de la mañana. 
									 
									
									Deriva del latín collatio-onis (juntar) el 
									cual a su vez proviene del verbo conféro 
									(reunir). En efecto, “desayunar” (far 
									colazione) indicaba, originalmente, un 
									breve encuentro vespertino entre monjes, 
									durante el curso del cual se comentaban 
									algunos pasajes de los textos sagrados, 
									seguido de una comida ligera. 
									
									Entre nosotros ya se utiliza, desde hace 
									tiempo, el término“desayuno” para indicar el 
									primer alimento del día, el mañanero que 
									interrumpe el ayuno nocturno. 
									
									Este significado es el mismo en otros 
									idiomas. En ingles se dice “breakfast”, o sea, la 
									interrupción (break) del ayuno (fast), en 
									francés es petit 
									déjeuner, o sea una pequeña (petit) comida (déjeuner), 
									que su vez viene de la palabra “Jeune”, 
									ayuno. En alemán
									
									
									es frühstück, 
									un pedazo (stück) que se come temprano (früh). 
									Lo mismo en español, =desayuno, o sea 
									interrupción (-de) del ayuno. Cómo se rompe 
									el ayuno, varia de un país a otro.
 
									
									En Grecia se come pan de ajonjolí, queso con 
									aceitunas y café. En Alemania se toma leche, 
									jugo de fruta y galletas con mantequilla. En 
									Suecia se come pan con pescado ahumado, 
									mantequilla, café y jugo de cítricos. En 
									Gran Bretaña se comen huevos, tocino, 
									omelet, te con leche, pan tostado con 
									mantequilla, jugo de frutas y cereales. En 
									Francia, el desayuno consiste en café con 
									leche, cuernitos o panes pequeños con 
									mantequilla. 
									
									En Italia el primer desayuno nunca ha sido 
									una verdadera comida, ni siquiera una muy 
									pequeña. Mucho menos en nuestros tiempos. La 
									excusa, en general, es que frecuentemente no 
									se tiene el tiempo de prepararla y de 
									consumirla con tranquilidad, algunos se 
									lamentan el trauma provocado por el 
									despertador (¡pobrecitos!, otros que no han 
									dormido suficiente tiempo. Todos lo 
									pretextos posibles para flojear en la cama 
									un rato más. Y, como bien se sabe, ya no es 
									necesario que los pretextos sean 
									verosímiles. De todos modos habrá razones 
									(como escribía Andre Maurais) Hay 
									tantos…Preocúpate primero de tener que 
									enfrentar el trafico y después el trabajo 
									(¡Madre mía, que estrés!), pocos se sientan 
									a la mesa,  todavía medio dormidos, quizá 
									con prisa y vehemencia, para engullir algo. 
									Queda solo una alternativa: la cafetería de 
									la esquina.  
									
									Después de una asistencia continua, no hay 
									necesidad de ordenar: el barista conoce 
									nuestros gustos y preferencias. En el caso 
									de que seamos cafeinómanos, sabe 
									perfectamente que tipo que tipo de expreso 
									debe servirnos (corto, grande, cortado, 
									etc.) O inmediatamente nos prepara el pedido más común y difundido: el 
									capuchino con cuernito 
									
									[1]. Se trata de una solicitud 
									ciertamente vaga y aproximativa, si se 
									formula en estos términos. En caso de que un 
									cliente (desconocido para el barista) 
									hubiera hecho este tipo de petición, habría escuchado 
									—en respuesta— otra pregunta: 
									
									
									«¿Qué 
									tipo de cuernito?».
									En efecto, las variedades de relleno de 
									los cuernitos, especialmente en el sur, 
									llegan más allá de cualquier fantasía 
									gastronómica. Los cuernitos sureños son 
									realmente deliciosos, suntuosos como 
									catedrales barrocas. En Sicilia, por 
									ejemplo, hasta existe un cuernito relleno de 
									helado. Y hay que hacer notar que existe una 
									variedad amplísima de helados, no se sabe 
									exactamente hasta que punto.  
									
									Desayunar un capuchino y un cuernito en la 
									cafetería es —de cualquier manera— una costumbre 
									relativamente reciente. Nació después de 
									la segunda guerra mundial. Es increíble la 
									forma en que se difundió rápidamente a 
									partir de las ciudades, 
									opulentas, frenéticas y bulliciosas, hasta 
									alcanzar 
									los pueblitos más remotos, quietos y 
									tranquilos.  
									
									Reflexionando, los componentes de la “triada 
									de la C”(=café, capuchino y cuernitos ) no 
									son de origen autóctono. Son, precisamente, 
									originales de los inmigrantes italianos de 
									otros países. Y además, nacieron como 
									verdaderos...restos bélicos. 
									
									Las cosas fueron más o menos así. 
									
									Por varios siglos el Imperio Turco intento 
									invadir el territorio europeo, llegando a 
									sitiar Viena en el 1683 (y no era la primera 
									vez). La ciudad fue asediada por 25,000 
									tiendas donde se instalaron 200,000 hombres 
									del ejército del Gran Visir Kara Mustafá. El 
									sitio duró dos meses. Los turcos realmente 
									intentaron de todo. Incluso excavaron 
									túneles para atacar la ciudad por el 
									subsuelo. Los trabajos de excavación nunca 
									cesaban. Procedían las 24 horas del día. 
									Pero, inesperadamente, se toparon con 
									los…panaderos de Viena. Estos, trabajando de 
									noche como todos los panaderos del mundo, 
									entre un rollo de masa y otro, escucharon 
									ruidos sospechosos y dieron la alarma. La 
									batalla que de esto derivo fue decisiva. Fue 
									fatídica la carga de la caballería polaca, 
									los famosos 
									
									Húsares, caracterizados por las “alas” 
									(soportes de madera adornados con plumas) 
									que estaban fijos a la montura o a las 
									láminas posteriores de la armadura de los 
									caballeros. Las tropas cristianas, lideradas 
									por el rey polaco Jan II Sobieski y por el 
									duque Carlo de Lorena, reportaron una 
									victoria absoluta e incondicional. Para 
									nuestra buena suerte, de lo contrario muchos 
									de nosotros nos llamaríamos Hassan (Bello) o 
									Mansur (Victorioso) y nuestras gentiles 
									damas tendrían nombres como Karima 
									(Generosa) o Farah (Felicidad). 
									
									NB=En ese entonces, al igual que 318 años 
									mas tarde, en el 2001, el ataque de los 
									islámicos había sido planeado por los 
									islámicos. ¿Coincidencia? ¡Mah! La venganza, 
									se dice, es un plato que se come frío. 
									
									Los turcos fugitivos se llevaron consigo mas 
									de 85,000 esclavas, dejando en su en su 
									campamento bastantes sacos de café crudo, o 
									sea, no tostado. Tenia un extraño color 
									verdoso, y los vieneses lo confundieron con 
									comida de camello. La leyenda cuenta que un 
									polaco, de nombre Georg Kolschitzky, que 
									había operado como espía por cuenta del rey 
									Jan III, pidió como recompensa por sus 
									servicios “solamente” aquellos sacos de 
									forraje abandonados por los turcos. Fue así 
									como el astuto ex espía abrió el primer 
									negocio de café en Viena, la renombrada 
									“Botella Azul” (Die Blauen Flasche). Sin 
									embargo, a los vieneses no les gusto tanto 
									aquella bebida negra y caliente. El café 
									turco era demasiado fuerte  Fue, por lo 
									tanto, diluido con leche y endulzado con 
									miel. Fue un evento de…público. Siempre 
									según la leyenda, fue nombrado “capuchino” 
									porque tenia un color similar a la túnica 
									del fraile Marco D’Aviano, un monje 
									capuchino asiduo a la cafetería, quien se 
									encontraba en Viena para coordinar la 
									alianza cristiana contra el Islam, por 
									encargo del papa Inocencio XI. 
									
									El “cuernito” esta ligado, también, a esta 
									épica batalla. 
									
									Fue creado por el repostero Peter Vendler 
									que para su forma se inspiró realmente en la 
									media luna, símbolo del imperio otomano. Fue 
									llamado “kipferl”, que en alemán significa, 
									precisamente, media luna. Pero el kipferl no 
									permaneció confinado y pronto se trasladó a 
									Francia, donde pronto fue  rebautizado como 
									“croissant” (=creciente”, o sea, “luna 
									creciente). Quien lo llevo al exterior fue 
									una gran admiradora: la vienesa María 
									Antonieta de Habsburgo-Lorena, (11755-1793), 
									casada con Luis XVI el Rey sol (aquel que, 
									entre otras cosas, se perfumaba mucho 
									porque…se lavaba poco.) María Antonieta, a 
									quien el pueblo llamaba con desprecio “la 
									austriaca”, no sobrevivió a la revolución 
									del 1789. Acusada de innumerables vilezas, 
									acabó guillotinada. Sin embargo, tuvo tiempo 
									para regalar a sus súbditos aquel dulce de 
									media luna.  Para dar crédito a la 
									tradición, lo quería distribuir en lugar del 
									pan, durante la terrible escasez de 
									artículos de primera necesidad que precedió 
									a la revuelta de la plaza (¡S’ils n’ont plus 
									de pain, qu’ils mangent de la brioche! Si no 
									tiene pan, que coman brioche!") 
									
									En efecto, “Brioche” es un popular sinónimo 
									de cuernito. 
									
									La etimología de brioche es bastante 
									controvertida. Unos dicen que el brioche es 
									originario de Saint –Brieuc (Bretaña), cuyos 
									habitantes se llaman, aun hoy en día, 
									Briochanos. Otros dicen que este nombre 
									deriva de Giovanni Briocci –también llamado 
									Brioché, un famoso titiritero de la Francia 
									del siglo XV. 
									
									Vale la pena recordar algunas curiosidades 
									relacionadas al brioche. 
									
									Cuando, en Francia, alguien comete una 
									estupidez se dice que “hizo un brioche”. Se 
									cuenta, además, que en el siglo diecinueve, 
									en la opera de París, todos los músicos que 
									se hubiesen “desafinado” estaban obligados a 
									pagar una pequeña multa. Luego, con el 
									dinero recolectado se organizaban bocadillos 
									a base de brioche: por otro lado, aquellos 
									músicos que habían tocado mal, siempre 
									debían llevar en la solapa del saco un 
									distintivo con la figura del brioche. 
									
									La próxima vez que tengamos la intención de 
									ordena en una cafetería, de desayuno, un 
									café junto con la dupla capuchino + 
									cuernito, hagamos una rápida reflexión. Son 
									alimentos que traen consigo sucesos que no 
									siempre conocemos. 
									
									Evidentemente, la historia, a veces, esta 
									escrita con tinta…..café. 
									
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									[1] La mezcla de café con 
									leche muy caliente tiene la capacidad de 
									bloquear el apetito y se ha convertido 
									—indebidamente— en un sustituto para el 
									almuerzo. Esto es debido a que, con la 
									temperatura, el ácido tánico del café se 
									combina con la caseína de la leche, dando 
									lugar al tanato de caseína, un compuesto 
									difícil de digerir. 
									  
									
									(claudio bosio / puntodincontro.mx / 
									traducción al español de joaquín ladrón de 
									guevara) 
									  
									
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