9 de noviembre
de 2018 -
Ya en el 2013, con Quando i romani andavano in
America (Cuando los Romanos iban a América),
Elio Cadelo afirmaba que, para esa antigua
civilización, el Atlántico era un mar conocido y
explorado en todas las direcciones. El autor
vuelve al mismo tema con su ensayo más reciente,
L'Oceano degli Antichi - I viaggi dei Romani
in America, (El océano de los ancestros: los
viajes de los Romanos a América), publicado en
Italia por LEG (480 páginas, 28 euros).
Según el periodista titulado en ciencias
políticas, una gran cantidad de evidencias
arqueológicas y literarias confirman la
presencia en el nuevo continente de los antiguos
romanos. El texto explica, de hecho, cómo
diferentes frutas (piña), plantas (maíz) y
flores (girasol), todas de origen americano, no
llegaron a Europa después de 1492, año del
primer viaje de Colón, sino que ya se conocían
en la época de la civilización que fundó la
ciudad eterna y son visibles en frescos,
mosaicos y esculturas.
Y, según Cadelo, la evidencia también abarca
algunos animales, entre ellos el loro Ara,
representado en villas antiguas.
El autor afirma que también se han encontrado
rastros de la presencia de Roma en América en
una tumba azteca —una cabeza de mármol con un
peinado de la era imperial romana conocida como
la cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca— además de
las numerosas piezas que se exhiben en el museo
de Comalcalco, ciudad maya en la costa del Estado de Tabasco.
En el ensayo, además, se publica una carta
atribuida a Cristóbal Colón y dirigida a los
reyes de España, en la que el almirante explica
que para llegar a las Indias Occidentales habría
seguido la misma ruta que los romanos ya habían
recorrido.
(massimo barzizza / puntodincontro.mx)
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