18
de marzo
de 2014 -
El inicio de la primavera en Roma es el
momento perfecto para un paseo por Villa
Borghese, para llegar a la homónima Galería.
Este museo alberga una famosa colección
permanente de pinturas y esculturas del
barroco romano, incluyendo obras de Gian
Lorenzo Bernini y Antonio Canova. Faltaba,
sin embargo, en ese precioso foro, una
representación del hombre del siglo XX.
Llega, para llenar este vacío, una
exposición temporal, hasta el 25 de mayo de
2014, de cuarenta esculturas en bronce de
Alberto Giacometti organizada por Anna
Coliva, directora de la galería, y Christian
Klemm, un distinguido estudioso de la obra
de este artista.
Alberto Giacometti (1901-1966) nació en el
cantón de los Grisones —el único
oficialmente trilingüe (alemán, romanche e
italiano) de Suiza— y fue escultor,
dibujante y pintor. Artista visionario,
onírico y surrealista, representó al hombre
moderno con líneas muy personales,
perfectamente reconocibles en su
singularidad.
La evolución de su obra fue
significativamente influenciada por la
historia del siglo en el que vivió.
Inicialmente vinculado a mitos antiguos del
arte egipcio, que consideraba de perfección
sin igual, se caracterizó —a partir de
finales de los años 40— por su manera
singular de observar la realidad, los
objetos que lo rodeaban, el paisaje, la
madre y el hermano. Concibió e interpretó la
figura humana en formas geométricas
altísimas, alargadas y ásperas, cada vez más
delgadas, para representar la desolación
causada por la pérdida destructiva de los
valores fundamentales de la convivencia
civilizada, provocada en Europa por la
Segunda Guerra Mundial.
Situadas al lado de las estatuas de mármol
de Gian Lorenzo Bernini y Antonio Canova,
las esculturas de Giacometti representan,
por lo tanto, un diálogo entre lo antiguo y
lo moderno. Sus mujeres geométricas y
estilizadas, al lado de la suave perfección
de mármol de la estatua de Paolina Borghese
de Canova, comunican al visitante la
dramática transformación de la
representación de la figura humana:
inquietan, provocan sensaciones difíciles de
explicar y despiertan la necesidad de
reflexionar y cuestionarse acerca de los
vínculos y las diferencias entre el hoy y el
pasado.
Alberto Giacometti. El
hombre que camina, 1947.
Como se sabe, la producción artística de hoy
es muy influenciada por el mercado. En este
sentido, es interesante saber que una de las
esculturas de Giacometti, “El hombre que camina”
de 1947, revisada en 1960, es la obra de
arte por la cual más dinero ha sido pagado
en la historia (excluyendo los cuadros): 100
millones dólares, desembolsados hace cuatro
años por un banco alemán en una subasta en
Londres. Me pregunto cuál será el margen de
riesgo en una operación de este tipo.
El maravilloso panorama de los espacios,
formas y cúpulas de la Piazza del Popolo,
observados desde la terraza del Pincio, es
una digna conclusión de la visita a la
exposición de Alberto Giacometti en la
Galeria Borghese.