26 de enero de 2014 -
Erario, Fisco, Moneda.
Aparte de “moneda”, que todos sabemos qué
significa, las otras dos palabras (erario y
fisco) las utilizamos (mejor digo: “las
utilizo”, porque estoy hablando de mí) con
cierta incertidumbre
(inesperadamente, salió un oxímoron que —les
aseguro— no fue intencional y que juega con
la polisemia del adjetivo indefinido
cierto). Antes de influenciarlos con mi
incertidumbre, queridos lectores, voy
a tratar de explicar de dónde provienen
estas palabras y lo que indicaban en la
época de los antiguos romanos, tanto cuando
Roma era una república, como posteriormente,
cuando fue Principado.
Aes, Aeris (léase:
es, eris). Recuerdo a los recién llegados
que en los diccionarios de la lengua latina
los sustantivos se designan con dos “voces”:
el nominativo y el genitivo, mientras que
los verbos incluso con 4: presente,
perfecto, supino e infinitivo, o con 5, si
se agrega la segunda persona del presente.
Estos patrones de palabras en la escuela
fueron llamados “paradigmas” y contienen las
formas básicas para formar todas las demás
versiones de una palabra, como, por ejemplo,
el singular y el plural para los nombres, el
masculino y el femenino para los adjetivos,
los modos, los tiempos y las personas para
los verbos.
Pero volvamos a “aes,
aeris”, que para los romanos significaba
ya sea cobre o bronce, o más genéricamente
“metal” (la confusión es comprensible, ya
que sólo los herreros sabían exactamente
cuál era la diferencia entre los dos). Si
alguien quiere saber por qué de “aes [ès]”
(cobre o bronce) haya salido “éris”, es
decir, por qué la “s” se transformó en “r”,
voy a decir que se trata de un fenómeno de
transformación fonética. Un proceso natural
(que depende del comportamiento de los
hablantes) que se produjo en un período
determinado de la historia —aproximadamente
en el siglo IV a.C.— dentro de un grupo
social determinado (los habitantes de la
península italiana).
Si nos fijáramos, nos
daríamos cuenta de que, incluso hoy en día,
estos fenómenos siguen ocurriendo y es
posible detectarlo observando que —en el
caso de ciertas consonantes que ocupan una
determinada posición dentro de las palabras—
los hablantes de localidades no muy
distantes una de la otra (tratándose de
personas que hablan el mismo idioma e,
incluso, el mismo dialecto) las transforman
en otras completamente diferentes (por
ejemplo, bello/beddu en Cerdeña). Hoy
en día los gramáticos y lingüistas le llaman
rotacismo a esta regla según la cual
en los siglos V y IV antes de Cristo la “s”
cuando se encontraba en medio de dos vocales
se convertía en “r”, obteniendo este término
del nombre de la “r”, que en griego se llama
rho.
Entenderemos mejor
utilizando un ejemplo más significativo.
Durante el mismo período de tiempo sucedió
que el verbo latín “esse” (cuya raíz es
“es–”) en el copretérito se convirtió en “eram”,
a partir de la versión original *es-a-m:
(raíz + característica del tiempo histórico
+ terminación), y de ahí la versión moderna
en español “yo era”, como lo utilizamos hoy.
Si con todos estos ejemplos se entiende, qué
bueno, a mí me hace feliz. Si no, encierren
esta primera parte entre paréntesis y
déjensela a quienes la quieran utilizar, ya
que lo que voy a contarles, en términos
generales, se debería entender de todas
maneras y... vamos a seguir adelante.
Este galimatías tenía
como propósito entender por qué de “aes”
(metal) se derivó “aerarium” (léase “erarium”,
el contenedor donde se guarda el metal), o
sea la caja de los fondos públicos, que en
la época de los Romanos era administrada por
el Senado. De lo anterior, dada la
derivación directa del latín de la palabra
española y habiendo reconstruido el
significado del término original, ahora
podemos entender también —por afinidad
semántica— lo que hoy es el erario: la
tesorería del Estado.
***
Pasemos ahora a “fiscus”.
Fiscus, fiscina, fiscella
significan, respectivamente, “canasta”,
“canastilla” y “cesta”. Incluso hoy en día
se utiliza en italiano la palabra
fiscella (colador) para indicar el
cestillo donde se coloca el requesón para
drenar el suero (los Romanos también lo
utilizaban para filtrar el aceite).
Cayo Julio César Octaviano.
Con la
transformación del estado romano llevada a
cabo por
Cayo Julio César Octaviano
(comúnmente llamada transición de la
república al imperio, pero definida por
algunos historiadores como el Principado),
el Senado, que se encargaba de administrar
los fondos del aerarium estableció
por decreto una remuneración para el
emperador, o sea una modesta cantidad de
dinero (metafóricamente una transferencia
del aerarium al fisco, un
contenedor más pequeño) para sus necesidades
personales. Desde entonces hubo dos
administraciones con dos contabilidades para
la hacienda pública: una a cargo del Senado
y una más pequeña —por así decirlo—
controlada por el emperador. En la
actualidad, el término fisco indica los
ingresos que el Estado recauda por medio de
impuestos y gravámenes.
***
Moneda deriva del verbo
latín moneo (amonestar). En la
antigüedad, y me refiero a tiempos
verdaderamente remotos, Moneta en Roma era
una diosa, la madre de las Musas. La raíz
—al igual que la raíz de moneo (men-mn-mon;
la escribo en tres formas, porque se trata
de una raíz apofónica, que cambia de vocal
de acuerdo con ciertas situaciones
lingüísticas)— está vinculada con el
concepto de “memoria”. Por lo tanto, “madre
de los artes”, en el caso de la diosa, y
“advertir / advertencia” en el caso del
verbo moneo. En tiempos históricos,
sin embargo, el nombre de “moneda” (la que
advierte, consejera) fue atribuido a la
diosa Juno, a la que se dedicó un templo en
el Capitolio donde se acuñaban monedas.
“Moneda”, entonces, eran la diosa así como
las piezas acuñadas.
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Luigi
Casale nació en 1943 en Boscotrecase, en las
cercanías de Torre Annunziata. Asistió al
Liceo Clásico Benedetto Croce de Torre
Annunziata y en la Universidad de Nápoles,
se recibió en letras. Ganador del concurso
como gerente operativo de los Ferrocarriles
del Estado (FS), ha trabajado en Nápoles,
Verona, Pompeya y luego en Roma, en la
Dirección General de los FS, Departamento de
Ventas. De 1979 a 1990 enseñó latín y griego
en las escuelas preparatorias de Bressanone
y Bolzano, fungiendo como director durante
un año en el Liceo Virgilio de Vipiteno.
Desde 1990 ha formado parte del equipo
italiano de profesores de la Escuela Europea
de Luxemburgo, país donde vivió con su
familia y al cual vuelve con frecuencia. De
2005 a 2008 fue profesor en el Departamento
de Italiano de la Universidad Blaise Pascal
de Clermont-Ferrand (Francia). Retirado por
razones de edad, vive en Bressanone
(Bolzano), donde continúa con su compromiso
con la cultura a través de actividades
publicitarias, y en Luxemburgo, donde se
encuentra cercano a las vicisitudes y a los
problemas de las asociaciones italianas en
el extranjero. Experto en cuestiones
pedagógicas y sociales, como docente mostró
especial interés para la enseñanza de las
lenguas clásicas y el estudio de la
lingüística en general. Actualmente es
curador de una revista de etimología y
semántica histórica en el sitio
http://www.liberoricercatore.it
Nota biográfica
de Goffredo Palmerini
(luigi
casale /
puntodincontro.mx / adaptación y traducción
al español de
massimo barzizza)
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