22 de noviembre
de 2013 -
Considerados
sagrados por los indígenas mayas que
vivieron y todavía viven en la Península de
Yucatán (México), los cenotes son pozos
naturales que alcanzan decenas de metros de
diámetro y profundidad.
Nacen de la piedra caliza, bajo la cual se
entrelaza una importante red de canales
subterráneos que también desemboca al mar: el agua de los
cenotes es dulce pero, al estar conectados
con el mar, en algunos —a una cierta
profundidad— es salada.
La increíble variedad de flora y fauna que
habita en los cenotes los convierte en un
destino favorito para aquellos que disfrutan
del snorkeling o del buceo, aunque también
los podrán disfrutar quienes quieran
simplemente nadar en agua clara y turquesa,
o aquellos que sólo desean estar en un
lugar que conserva una magia milenaria. A
partir de noviembre
se inicia la estación seca, que termina en
mayo y es considerada por muchos la mejor
época para visitar México.
Entre los cenotes en excelentes condiciones
señalamos el del Edén, en el Estado de
Quintana Roo. El precio de la entrada es de
60 pesos (unos 3 euros). Se puede llegar
caminando a lo largo de un sendero entre
árboles tropicales. El estanque está rodeado
por una exuberante vegetación, desde la cual
es fácil observar aves, insectos y pacíficas
iguanas que disfrutan del sol. Es un cenote
a cielo abierto, o sea sin cubierta natural,
un elemento característico de los cenotes
más antiguos (todos cenotes se forman en
cuevas y después de un largo tiempo pierden
el “techo”).
El cenote
El Edén
La apertura del cenote permite una mayor
penetración de la luz y, en consecuencia, un
mayor desarrollo de la flora y fauna
submarinas. Los visitantes pueden nadar en
sus aguas cristalinas, aventarse de clavado
desde una plataforma natural, relajarse en
el afloramiento de roca en el centro del
cenote y, por supuesto, dedicarse a
actividades de snorkeling o buceo. Con
alrededor de 40 Euros, en Playa del Carmen o
Tulum se puede alquilar el equipo necesario
y una guía de turistas para la visita.
Los antiguos mayas utilizaban los cenotes
como reservas de agua dulce. Además, los
arqueólogos han encontrado muchos artefactos
que demuestran cómo algunos eran utilizados
como lugar para rituales religiosos. De
hecho, los cenotes eran considerados puertas
de entrada a un mundo sobrenatural habitado
por Chac, el dios de la lluvia. Más
recientemente, se descubrió que el cenote de
Holtún, ubicado dentro de la zona
arqueológica de Chichén Itzá, fue utilizado
por los antiguos astrónomos —que lograron
crear un calendario extraordinariamente
preciso— para calcular los dos momentos del
año en los que el sol toca el cenit.
La
vegetación alrededor del cenote El
Edén.
En la península de Yucatán hay miles de
cenotes, muchos de los cuales se conservan
perfectamente. Sin embargo, arqueólogos y
ecologistas denuncian la contaminación de
algunos de ellos debido a la filtración de
las aguas residuales, o a la negligencia de
las personas que arrojan en ellos sus
desechos. Se considera que las principales
causas son el aumento exponencial del nivel
de urbanización de la península y un cierto
tipo de turismo, masivo y poco sostenible.
El cenote El Edén está situado a medio
camino entre Playa del Carmen y Tulum, cerca
de Puerto Venturas y junto al cenote Azul.
El visitante puede elegir lugar donde
alojarse: aconsejamos Playa del Carmen a
aquellos que buscan vida y locales nocturnos
y Tulum a quienes desean unas vacaciones
tranquilas.
Se puede volar con Iberia desde Milán o Roma
hasta Cancún, con escala en Madrid, a partir
de 600 euros. Fuera del aeropuerto de
Cancún, cómodos autobuses llevan a los
turistas a Playa del Carmen por 120 pesos
(unos 6 euros). Para continuar hasta Tulum,
en Playa del Carmen habrá que tomar otro
autobús que costará unos 40 pesos (2 euros).
Para llegar al cenote El Edén es suficiente
tomar una combi (una camioneta que funciona
como transporte público) hacia Tulum para
los que vienen de Playa del Carmen, o hacia
Playa del Carmen para las personas que salen
de Tulum.
(orsetta bellani / oggiviaggi.it / puntodincontro.mx / adaptación
y traducción al español de massimo
barzizza)
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