29 luglio 2012 - Passano i minuti e Brenda Castillo è ferma sullo spartitraffico di Avenida Revolución all'incrocio con Barranca del Muerto. Impossibile attraversare la strada. Scende dal marciapiede e torna indietro. Esita. Osserva. Ci riprova, ma fallisce di nuovo. Nonostante lo stop, le auto che svoltano non finiscono mai.

Città del Messico non ha tempo per i pedoni. A Città del Messico, gli incroci non lasciano scampo. Occorrono spazi per chi va a piedi che non dipendano dal passaggio delle automobili.

In otto incroci della capitale messicana —segnalati dal Consiglio Nazionale per la Prevenzione degli Infortuni (Cenapra) dell'Assessorato alla Salute— i pedoni sono l'ultimo anello della catena in questa giungla di cemento.

In queste otto intersezioni —studiate dal Cenapra nel 2008 e per le quali sono state formulate raccomandazioni per prevenire incidenti— domina il potere della lamiera. Lì, le macchine non le ferma nessuno. O quasi nessuno. E i poliziotti, se ci sono e lavorano, pensano solo ad accelerare la circolazione delle automobili, piuttosto che favorire il passaggio dei pedoni.

Con i bambini per mano, Janette Calderón riesce ad attraversare l'incrocio di Fray Servando Teresa de Mier e Circunvalación. Ha dovuto correre. A pochi metri —in mezzo al caos della gente che esce dal mercato di Sonora e dalle bancarelle che lo circondano—, i poliziotti non fanno caso ai pedoni. In pieno disordine, l'ufficiale non rispetta il semaforo e nonostante il rosso per le macchine, che dovrebbe servire per lasciar passare le persone, la polizia preferisce "accelerare" il traffico delle auto.

E, inoltre, i pedoni temono e "rispettano" le auto, generatrici di rischio. Paradossalmente, il codice della strada in vigore in città dà la precedenza ai motori. Le intersezioni di Fray Servando con l'Eje centrale, Fray Servando e Circunvalación, Río San Joaquín e Legaria, Paseo de la Reforma e Hidalgo, Revolución e Barranca del Muerto, Revolución e l'Eje 5 Sur, Ejercito Nacional e Ferrocarril de Cuernavaca e Miguel Angel de Quevedo e Universidad sono state "bocciate" dalla Cenapra a causa della mancanza di rispetto, di informazione e di possibilità per i pedoni, ma le raccomandazioni di quattro anni fa riguardanti questi incroci non sono state applicate.

 

(rafael montes / el universal / puntodincontro)

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29 de julio de 2012 - Los minutos se le van a Brenda Castillo, parada en el camellón de avenida Revolución en el cruce con Barranca del Muerto. No puede terminar de atravesar la calle. Baja de la banqueta y regresa. Titubea.

Se asoma. Lo intenta y vuelve a fracasar. A pesar del alto para unos, los automóviles que dan vuelta no ceden ni un instante.

La ciudad de México no tiene tiempo para los peatones. En el DF, los cruces viales no les regalan una oportunidad. Falta un momento exclusivo para ellos, para los que andan a pie, que no dependa del paso de los autos, que su avance no sea paralelo al de las máquinas. Que sea un instante en el que todo se detenga y la calle sea sólo para el que anda a pie.

En ocho cruceros de la capital, señalados por el Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (Cenapra) de la Secretaría de Salud, los peatones son el último eslabón de la cadena de esta jungla de asfalto.

En esos ocho cruces, de nueve que el Cenapra revisó en 2008 y para los que emitió recomendaciones para evitar accidentes, impera el poder de la lámina.

Ahí, a los autos no los detiene nadie. O casi nadie. Y los policías de tránsito, si es que los hay y si es que trabajan, sólo piensan en agilizar la movilidad de los coches, más que privilegiar el paso del peatón.

Con sus niños tomados de la mano, Janette Calderón sale airosa del cruce de Fray Servando Teresa de Mier y Circunvalación. Corrió para poder librarla. A unos metros de ahí, en esa esquina del caos, donde los peatones brotan del mercado de Sonora y de los puestos aledaños, el policía de tránsito nunca mira a los transeúntes. En medio del desorden, el uniformado no respeta el semáforo y a pesar del rojo para los coches, aprovechado por la gente para cruzar, el policía prefiere “agilizar” el tránsito y da el paso a los autos.

Pero además, los peatones temen y “respetan” a los autos, a los generadores del riesgo. De manera paradójica al Reglamento de Tránsito vigente en la ciudad, dan primero el paso a los motores. Las intersecciones de Fray Servando y Eje Central, Fray Servando y Circunvalación, San Joaquín y Legaria, Paseo de la Reforma e Hidalgo, Revolución y Barranca del Muerto, Revolución y Eje 5 Sur, Ejército Nacional y Ferrocarril de Cuernavaca y Miguel Ángel de Quevedo y Universidad, fueron reprobadas por el Cenapra, por la falta de respeto, de información y de oportunidad para el peatón, pero de las recomendaciones emitidas en todos esos cruces, ninguna, a cuatro años del estudio, se ha cumplido.

Los señalamientos

Las recomendaciones en los cruces estudiados redundan en las mismas acciones a implementar: retirar puestos semifijos de las banquetas, pues ocasionan que los peatones caminen por el arroyo vehicular; pintar líneas peatonales en los cruces para hacer visible el espacio destinado a los transeúntes.

En Revolución y eje 5 Sur, por ejemplo, las líneas de paso peatonal están pintadas a la mitad o en Reforma e Hidalgo, ni siquiera se sabe por dónde debe cruzar la gente, mientras que en Fray Servando y Circunvalación, los semáforos peatonales están tapados por los puestos semifijos de las banquetas.

Además, se pide reforzar la vigilancia para privilegiar a peatones, pues sólo priorizan el paso de automores, establecer el “todo rojo” para detener el tránsito vehicular en beneficio de los peatones, colocar más y mejores semáforos, instalar radares para el control de velocidad, reparar banquetas, reubicar bases de autobuses que obstruyen el paso y la visibilidad y modificar la infraestructura para restar velocidad a los autos.

 

(rafael montes / el universal / puntodincontro)